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Domingo 13

Encontré, entre libros viejos y agendas llenas, una hoja doblada perfectamente en seis partes, pude reconocer mi letra en cuanto la vi. Después de diez años, la sensación al recordar, no ha cambiado mucho. 

Lo que pude escribir para el funeral de mi padre:

"Amaneció nublado, como si el día lo supiera, era domingo y sólo eso bastaba para hacerme feliz, sabía que saldríamos más tarde, usaba el vestido vino, el que tu me regalaste, el que siempre será mi favorito.


Esperé con ansias la llamada que me avisara sobre tu llegada, entonces el reloj siguió avanzando como avanzan las cosas sin sentido, dieron las dos en punto pero el teléfono no sonó, pensé que seguramente te habías atorado en el tráfico, planeaba todo lo que te diría y a las tres ya tenía la perfecta lista de las cosas que necesitaba preguntarte, no cabía mi emoción por verte llegar, entonces dieron las cuatro y comencé a preocuparme, pensé que el teléfono no había tenido señal en el momento más importante así que tome un suéter y salí a sentarme debajo del tejado, hacía frio, podía apostar que estaba a punto de llover pero tenía señal y me sentía agradecida por eso.

A las seis de la tarde por fin sonó el teléfono, ¡era tu número y contesté apresurada “Hola! ¿Hola? ¿Papá? ¿Me escuchas?” pero sólo pude escuchar los sollozos de mi tía Lola diciendo las palabras que nunca podré comprender “Él. se ha ido; hermosa, tu papá tuvo un accidente y ya no está más lo siento demasiado, princesa”. El teléfono cayó de mi mano justo al lado de mi corazón.

¡Mi héroe había volado hacía un cielo que no encontrare, mi vida había cambiado completamente y solo podía escuchar ordenes de motivación “¡Tú puedes, estas cosas pasan” “Ánimo! Ya te sentirás mejor” palabras que solo transformaban mi dolor en rabia y me preguntaba “¿Pasar qué?” no quería que pasara, no quería resignarme, quería dormir para despertar la mañana del mismo día, domingo 13 de octubre y pedirte que no vinieras, pero el siguiente día sería lunes y todo comenzaría nuevamente, pero sin ti.

Era domingo, y no entendía cómo pudiste desaparecer el día que nos encontraríamos, leí nuevamente todos tus mensajes usando el tono de tu alegría, la dulzura de tu voz, ojalá pudieras entender cuando nos costó aquel 13 de octubre a todos los que te amamos.

Todos tus sueños hacían eco a carcajadas entre las paredes de tu casa que se veía tan igual a los días anteriores, habías podado tus pequeñas plantas como siempre, aún había dulces en la mesita de centro, misma que estaba impregnada con el olor de tu perfume, te gustaba tener todo limpio, todo en orden porque como decías, uno nunca sabe si va a volver a casa. Pero, ya no sonaba el jazz a la entrada, ya no olía a carne asada, no tuve el valor de llevarme tu suéter favorito, no pude encontrarte a ti.

Tenías tantas ganas de vivir que no desaprovechaste ningún momento para ser feliz, no te apegaste a nada nunca, lo más importante fuimos siempre tu familia, misma que hoy se ha derrumbado ante tremenda pérdida porque sólo sabemos lo mucho que nos harás falta.

Has dejado sola a mi tía Lola por el resto de sus cumpleaños, tus sobrinos se obligan a perder la esperanza de viajar contigo, tu hermana Paula no sabe qué hacer con el regalo que te había comprado para navidad, ahora no sé qué pasará con las flores que acostumbrabas llevar cada mes a tu mamá ni si se seguirán contando las historias heroicas de tu papá, no estarás más para tantos amigos que no te verán llegar, porque las cosas perdieron sentido desde tu partida, y lo más triste es que me he quedado sin ti, tu ausencia me dejó “huérfana” y esa es un adjetivo que nunca quería experimentar. Nos duele cada uno de tus recuerdos, las risas se han convertido en llanto y los planes en decepciones, todo es ahora como aquel terrible día, gris y nublado.

No puedo pensar en olvidarte porque te quiero en mi vida para siempre, guardaré tus palabras, cada uno de tus consejos, tus risas y tus frases, sé que no será fácil, sé que los días del padre pasarán a ser un día más, las bodas me dolerán pensando en lo lindos que nos veríamos si me encaminaras al altar entregándome al que será el segundo hombre de mi vida el cual seguramente te caería bien porque tú le caíste bien a mucha gente, le contaré sobre el buen suegro que pudo haber tenido, y cuando tenga hijos, sabrán por mí que su abuelo era lo mejor de mi mundo.

Intentaré repetir cada uno de tus mejores pasos, pasar tan feliz como tú por la vida, recorrer mi propio camino sin olvidarme de las personas que amo ni de quienes me aman, no apegarme a nada para poder ser más feliz ayudando a la gente, mantenerme agradecida con la vida, aunque ahora no encuentre razones, porque tú nos enseñaste que se vale todo, menos rendirse.

No encuentro otra manera de honrar tu memoria más que aprendiendo de ti constantemente, planeo mientras tanto, trabajar duro para olvidar tu muerte, pero ten por seguro que no me permitiré olvidar cada detalle de tu vida. Resonará tu voz en mi cabeza diciendo que no me rinda, sin embargo, no te prometo una vida de fortaleza porque sé habrá días en los que no me podré levantar. 

Viviré cada día con la bendición de ser tu única hija, viviré pensando en lo que pudo ser y esperando no decepcionarte, hoy no sé cómo, pero en el camino lo averiguaré.

Fuiste, eres y serás por siempre el mejor padre, hermano y amigo que la vida nos prestó, gracias por ser tan especial, por enseñarnos que, si se puede ser feliz sin rendirse nunca y por estar siempre en las buenas y malas, dejas un espacio único reservado sólo para ti en los corazones de todos los que te conocimos quienes ahora sufrimos tu perdida y que, unidos por ti, como toda la vida, lucharemos por hacernos más fuertes. 

Hoy no te digo adiós, aunque esto lo parezca sino hasta luego mi gran amigo, confidente, cómplice, loquito soñador enamorado de la vida, gracias por hacerme tan feliz y afortunada, hasta luego papá.

De tu hija, en nombre de todos quienes te amamos, ¡un beso hasta el cielo!"

No fueron las palabras suficientes, tampoco pude leerlas fluidamente, ni cerca están de todo lo que él merece, pero las circunstancias solo presentan oportunidades de hacer las cosas de la mejor manera posible, hoy se que di lo que tenia, lo que el dolor me permitió y me alegra poder recordar que no me acobardé, que estuve hasta el fin. 

A los 17 perdí a una de las personas que quería conservar por siempre (aunque no fuera posible), al menos esperaba lo mínimo que recibe el resto de las personas, la oportunidad de prepararme, verlo envejecer. Todas las perdidas son distintas, pero creo que a partir de eso, si alguien se va, no hay punto de comparación.

Es lo único que quiero de su muerte en este blog, porque lo que vale la pena es su vida y de eso si tengo muchísimo que contar. 

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