Mi otra perspectiva del Covid:
"Estoy en el noviembre de uno de los años más complicados para el mundo, lo bueno, es que a pesar de todo estoy, y no planeo irme a ninguna parte, que mi familia está sana, que tanto mi esposo como yo, tenemos un buen empleo, tenemos casa y dos perros, que todos vemos, oímos y amamos ¿lo malo?
Lo
malo es el resto, fuera de la burbuja de nuestra vida, ahí está lo malo, los
niños sin internet para las clases o sin clases, las madres angustiadas, los
trabajadores que deben salir a diario porque para la empresa no son
indispensables, y las mismas empresas, tratando de conocer un margen ya no de
ganancia, sino de supervivencia.
Afuera
está lo malo, la desesperación, las pérdidas económicas y los lugares vacíos de
los que se salieron y jamás regresaron, afuera están ellas, rogando por ser
encontradas, saliendo con miedo, pidiendo a Dios más que una oportunidad
laboral igualitaria, que disminuya la probabilidad de ser secuestradas,
violadas y asesinadas, porque sin importar el miedo, ellas siempre van.
En
el exterior se ha juntado todo lo malo que los seres humanos ya no pueden
guardar en su interior, todo lo que ya no cabe en los corazones grises y
apretujados.
Estoy
por terminar un año que me enseñó a agradecer, a no rendirme, que me acercó a
Dios, un año donde cada persona encontró su punto de inflexión, estoy por
terminar de contar los meses que me demostraron que no es lo mismo no querer
salir al no poder hacerlo.
Pero
todo lo malo no llegó con un virus, ni se irá tras la vacuna, todo lo malo
lleva años en el mundo, es solo que, ahora tenemos más tiempo para analizarlo,
para pensar en cuanto frio hace afuera y cuanto más deben sentir los que no
tienen abrigo, tenemos tiempo para abrazar a nuestra mascota con mucho amor,
imaginando lo que podría estar sufriendo a la intemperie, junto al resto de
perritos y gatitos callejeros que solo buscan una oportunidad por día, que
coleccionan las caricias de un par de extraños como los mejores regalos de sus
breves vidas.
Tenemos
tiempo para saber que el mal solo se puede revertir desde dentro, tiempo para
decidir qué y cómo hacer con lo que nos toca, para descubrir cómo hacer menos
daño a este mundo y a todos quienes lo habitamos.
Estamos
por terminar un año que no acabará en mucho tiempo, 2021 no luce prometedor, no
desaparecerá todo mágicamente cuando el reloj resuene la última de sus doce
campanadas este diciembre, y eso debería ocuparnos más.
Ojalá
durante el invierno no olvidemos lo que fue de repente correr a casa porque
algo había pasado y que nos prometieran una semana más, la incertidumbre, la
inseguridad laboral, el miedo, ojalá no olvidemos todo eso que nos hizo
reflexionar.
Ojalá
tengamos más primaveras en nuestras casas, y que el otoño no nos encuentre
dormidos, ojalá aprendamos a perdonar, ojalá cambiemos nuestra forma de pensar,
de vivir, de sentir.
Ojalá
pase todo pronto, como un mal sueño, que todos vivamos para contarlo, que no
haya más lugares vacíos en las mesas de las familias, que dejen de llorar los
niños por no entender, ojalá podamos aprender."
Jamás deje de ir a la oficina, gajes del oficio, o de outsourcing diría yo, y eso, ciertamente me hace sentir afortunada de escribir al respecto, porque al menos en esos caminos, no paso nada.
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