Solía escribir también sobre mis sueños, y no solo de los que transformo en objetivos, sino de los literales, aquí uno de ellos:
El nudo en el estómago me
decía que jamás había sentido nervios tan grandes, me dijiste que me veía
hermosa y que nada podría salir mal esa noche “MI” noche y yo te creí.
Extendiste tu brazo, lo
sostuve con el mío, comenzó la música y entonces entramos, caminábamos como lo
habíamos planeado años atrás, pude sentir que sonreías mientras todos nos
miraban, nuestros pasos eran lentos, al ritmo del sonido que se desbordaba en el
lugar, tu brazo era cálido y el aroma de tu perfume inundaba mi alrededor, y fui
feliz.
Del otro lado estaba él, de
negro, tan guapo como siempre me resultó, sonreía, no lo podía creer, y
entonces yo tampoco pude, solo disfruté, me dejé llevar de tu mano mientras
susurrabas los deseos más bellos que jamás alguien me haya dicho. Miré a la
audiencia y encontré muchas caras de felicidad, y alguna que otra lagrima en un
par de rostros conmovidos.
Llegamos al final del camino,
tomaste mi mano, la sujetaste contra la de Mau a quien le dijiste algo como “no
tengo mayor riqueza que a ella, y ahora tú la tendrás para siempre, sólo amala,
el resto se da por añadidura”. Sentí tus manos en mis mejillas mientras me
besabas la frente.
No quería despertar para
saber que no estás, quería una vida alterna donde me acompañas, quería tenerte,
tan real como antes. Pero sonó la alarma, para recordarme lo feliz que un “hubiera”
te puede hacer en un destello de fantasía que se siente muy real.
Pero no sé cómo lucirías
porque otra vez no pude verte, me conformo con sentirte, escucharte, olerte y
saber que eres tú, pensar en lo feliz que estarías, y volver a trabajar.
Momentos como este me harán
necesitarte siempre, espero poder tener cosas tan buenas como tú, que donde
quiera que te encuentras puedas mirarme y despreocuparte, porque soy muy feliz,
que te sientas orgulloso y no abandones mis sueños nunca, que Dios no me
permita olvidar tu olor y el sonido de tu voz, o como se sentía una de tus sonrisas.
No volveremos a caminar de la
mano, pero siempre andarás conmigo sin importar a donde vaya.
Te quiero por siempre, papá. "
Creo que no estaría mal volver a hacerle este tipo de favores a mi memoria.
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