Mi abuela materna fue una mujer muy elegante, además de ser hermosa, era muy fancy. Le gustaba poner atencion a los detalles, lucir siempre impecable.
Ella se levantaba muy temprano todos los dias, festivos o no, sus dos actividades principales de cada mañana eran, en ese orden de importancia:
1. Arreglarse; como un ritual casi religioso, desde el baño, la seleccion del outfit, la rutina de skincare, que a decir verdad era buenisima porque se fue de este mundo sin una sola arruga o mancha en el rostro, el cabello, siempre largo y bien peinado. Ella me inculco el amor a mi cabello, su cuidado y atención, aunque lo deje por unos años, recien lo retomo con el amor y la ilusion que nacio de las tardes de conversacion con ella mientras se trenzaba la larga melena para dormir, tambien recuerdo sus rizos, tan lindos y siempre hidratados, y a veces me siento culpable de no aceptar las ondas naturales de mi cabello siendo que son herencia de ella.
2. Preparar el desayuno; el lenguaje del amor de doña Inés se distinguía a kilómetros, eran los actos de servicio, amaba cocinar para sus “personas importantes” (ella me enseñó a llamarles así a las personas que me inspiran amor, cariño o admiración), era muy buena haciéndolo, realmente tenia talento en la cocina, “el amor no basta, hay que ponerle ganas y mucha atención” me decía cada vez que horneábamos galletas o su famoso panqué de limón. Que curioso que después uno se da cuenta que esa frase aplica para más situaciones …
Ella sonreía mucho, hablaba mucho y era fácil que te cayera bien, lo difícil era caerle bien .. muy amable, linda y todo, pero demasiado selectiva, la gente que teníamos la fortuna de ser amados por ella éramos pocos, mis tías, papá, mi primo y yo, ah, y mi abuelo, a pesar de todo .. creía fielmente que amar bien era mejor que amar mucho y se encargaba, con sus actos de servicio de hacérnoslo saber. Ella era la abuelita a la que le costaba decirte cosas bonitas, en su lugar te llenaba de frases profundas, que si interpretabas bien querían decir “te amo”, ella te preparaba un tesito si te sentías mal, llegaba con las manos llenas de postres deliciosos a cada lugar que era invitada, ella era risas discretas, prudencia y un tremendo talento para ser propia.
Entre las cosas que alcanzo a enseñarme está el cariño a los ingredientes, muchas veces la acompañé al mercado, super, y lugares de frutas, me encantaba cargar, de ida, la canasta en que colocaba todas sus cosas, veía con admiración la manera en que la trataban con cariño, en que bromeaba con las personas haciendo de una actividad tan simple como comprar alimentos una verdadera aventura.
Doña Inés recorrió el mundo, había traído de todos sus viajes miles de historias, recuerdos y entre tantas cosas, recetas, probaba cosas por el mundo y cuando le encantaban no tenia pudor en ir a preguntar sobre su preparación, así lleno un recetario, su librito escrito a mano con ingredientes, formas de preparación y, mi parte favorita, un montón de notas garabateadas en los costados de las hojas, anotaba cosas que había aprendido, mejoras en la receta y el nombre de las personas a quien le había encantado, eran apenas cinco nombres, tampoco cocinaba para cualquiera. Le gustaba comer bien, invertía en ingredientes y hacia del desayuno, comida o cena, los momentos mas importantes del día, obviamente no faltaban flores en la mesa, vajillas bonitas, servilletas y en general una presentación, me atrevería a decir, muy pulcra, de los alimentos.
Ella cerró sus hermosos ojos grises para siempre cuando yo era muy pequeña, aun asi recuerdo bien su funeral, habian muchismas flores, era muy querida, y obviamente, el banquete fue una maravilla, dejo dicho, más bien, exigido! Que hicieran un buffet para ese dia, y asi fue y fue delicioso. Ese día olía como si ella estuviera en su cocina, esperaba verla salir con platos en las manos o al menos escucharla gritar “Leeo, mi amor” para que papá la ayudara con alguna gran bandeja. El funeral fue hermoso, pero despues de eso, su casa quedo muy silenciosa sin su canto al cocinar, muy fria sin el calor de su horno, su ropa impecable y todas sus cremas y maquillaje quedaron intactos, como si ella siguiera ahi, o al menos como si fuera a volver, su cepillo conservo un par de sus cabellos, esa pausa congeló también el tiempo en el corazón de mi papá, esa perdida fue tremenda para todos, una persona bonita, en todos los sentidos, deja huellas impresionantes, deja huecos indescriptibles, pero también memorias maravillsosas.
El contraste entre mis familias es increible, como un ying yang, del lado de papá tengo gente con dinero, algunos con mucho, propiedades, lujos, navidades excentricas, viajes, idiomas, casas enormes, etc, mientras que del lado de mamá esta Kimy, con su inmensa fortuna en amor, gente mas sencilla, platicas inmensas, profundas, carcajadas, muchisimas bromas, esas diferencias me hacen sentir tan afortunada, estoy a la mitad de dos familias diferentes, si se animaban se hacia una historia mejor que la que dieron los Montesco y los Capuleto, y me siento bendecida por ello, agradezco su existencia y su legado, que bueeeno, hay sus excepciones, que no diré nombres porque mi tia Lola se indignaria ..
Ella, Inés , me heredo su libertad, un par de sus gestos, el gusto por cantar mientras cocino, y ojala! Tambien me hubiera heredado el color de sus ojos, pero más importante aún, me heredo su recetario.
Hace mucho no lo tomaba, no habia tenido buen ánimo pero hoy se me antojo recordarla, tomar el tiempo para traerla conmigo y reconocer que quien se asegura de amarte bonito nunca se va.
Ayer, de vuelta a casa, haciendo compras para el superbowl (ahi se viene otra entrada por eso) compré salmón, recorde una de sus recetas, arme mi canasta escogiendo uno a uno los ingredientes, sin prisa, con amor. En un rato saco su librito y me pongo a cocinar, sé que no me quedara igual, porque no encontré las alcaparras que ella usaba, pero como el amor no basta, le pondré además, ganas y mucha atención.
Que bonito es recordar a gente bonita, saber que formo parte de su legado y pretender que tengo un poco oculto algo de su talento en la cocina.
Besito al cielo para Inecita.
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