Hoy no quería salir de la cama, y ojalá nolo hubiera hecho. Traté de enfocarme en el trabajo y funcionó superficialmente pero la frustración se me atoraba entre los dedos al teclear, mi mente mantenía el segundo plano con "es 8 de julio, falta menos para la mudanza, mudanza a donde? que sigue? que voy a hacer?", Nunca he tenido la vida resuelta, lo que he conseguido, lo que he conocido y lo que sueño solo me lo debo a mi, no vengo de familia que me abra paso pero en días como hoy pienso en que ojalá fuera asi, ojalá fuera más fácil, ojalá tuviera a alguien en quien descansar, pero no. Tocó caminar a casa escuchando la voz dulce de Kimy deseándome lo mejor y suponiendo mi rutina de la tarde mientras muero de ganas por correr a sus brazos a decirle que hoy no puedo y que no se que hacer pero en lugar de eso, me tocó volverme monosílaba en la conversación para poder contener el llanto, evitar parpadear para que las lagrimas no aprieten el nudo de mi garganta, no le puedo decir...
He pasado un fin de semana maravilloso, y Kimy tiene todo que ver con eso. El viernes pasado fue su cumpleaños, la conozco lo suficiente para saber que andaba con ganas de que no le importara solo por miedo a que los demás no les interese lo suficiente, pero quizá olvidó que mientras yo esté en este mundo jamás le faltará todo mi entusiasmo y emoción por festejar su vida. Y así fue, la desperté a las 00:00 hrs, para ser la primera persona en felicitarla, como acostumbro con las personas que amo, ella agradeció, y volvió a dormir, sin tener idea de que llevo semanas planeando su fin de semana de cumpleaños. Aunque la idea original era ir a la playa, con el mood del último viaje que hicimos y que tanto nos gustó, cuando el huracán la desanimó tuve que resolver y así fue como le planee el desayuno sorpresa con todas sus hijas, las flores que siempre le envío, su comida favorita en su lugar favorito y corrí después del trabajo para llevarla a cenar. El plan suena simple pero la ...