Soy una mujer de tradiciones porque fui una niña que creció rodeada de personas que gustan de darle significado a las cosas, a las personas y a los momentos; por ejemplo, lo que en otras casas puede ser un café espontaneo con alguna visita, en mi casa era una tarde más de miércoles.
Crecí con un padre que ponía estricta atención a los detalles, que creaba rutinas y las respetaba religiosamente, me enseñó a crear planes con la gente que amo, o en su defecto, con personas con las que disfrute estar, por eso me gustan los planes fijos, por eso mantengo mi palabra cuando comprometo mi tiempo y también por eso no importa cuanto quiera a una persona, pierdo el interés y dejo de planear cosas cuando no le dan importancia a mis planes fijos.
Una de esas tradiciones llegaba cada fin de año, papá me llevaba a comprar mucho jamón, pan, queso, y un gran etcétera desde temprano, me contaba historias grandiosas en el camino, como siempre, reíamos mucho mientras nos inventábamos canciones y .. que tiempos tan más preciosos!
"Obligué" a Mau durante muchos años a repetir esa tradición, nunca fue tan entusiasta, pero tampoco me dijo que no.
Papá decía que la última noche del año es mucho más fría para los que esperan, para los que olvidan el día y para los que no pueden moverse de un hospital, por eso los sándwiches, el café y el chocolate, preparábamos decenas, con las grandes cajas de plástico llenas nos dirigíamos al hospital donde voluntareaba y ni una sola persona que esperaba nos dijo que no, al contrario, la gratitud en sus caras hacía que no hicieran falta palabras, aunque las había. Semanas atrás me dedicaba a escribir notitas con mensajes "lindos" para incluirlas la "cena" que llegó a tener hasta ensalada de manzana.
2024 casi se lleva mi racha invicta de esa tradición, después de todo lo ocurrido no me quedaban ganas, además, nunca lo había hecho con mamá, quién muy atinadamente dijo "verdad que algunos fines de año se sientes más fríos?" Entonces, me puse chamarra y salí a buscar pan, jamón y un gran etcétera mientras el agua con canela y piloncillo hervía, afortunadamente tengo un hospital cruzando la calle.
Odio los hospitales, me parecen lugares fríos y llenos de preocupación, eso mismo es lo que me motiva a invertir una tarde haciendo sándwiches con estampados navideños.
Esa noche triunfamos, porque no nos rechazaron ninguno pero también porque pude contarle gran parte de las historias de Don Leo a mamá, historias que ni ella misma recordaba aunque la involucraran, hablamos de él y de alguna manera conmemoramos su tradición.
Me dio por recordar todo esto porque hoy, de vuelta de mi búsqueda de nuevo hogar, una señora me detuvo del brazo para darme las gracias y contarme que su "paciente" había salido bien; yo no sabía de que me hablaba hasta que me explicó que ese día no habían comido nada y bueno, mientras ella agradecía yo solo pensaba en "fue Don Leo".
Es increíble como pequeños gestos llenan pedacitos de la vida de los demás, y aunque de esta tradición no sabe nadie más que las personas que me han ayudado a llevarla a cabo, me llena mucho el corazón pensar en que podemos trascender con lo bueno que dejamos en las personas, y no hablo de creer que trascendí en la vida de una familia sino de la manera en que las tradiciones de mi padre lo hicieron trascender a través de lo que me enseñó.
Hoy sin duda fue un día desgastante, casi acepto un departamento pero había un algo que me hizo desistir, así que, decidí quedarme quieta, dejar de estresarme, de cualquier forma, aunque "apenas" y por "apenas" me refiero a ahorrar solo 3 o 4 mil pesos al mes, si me alcanza para permanecer aquí un tiempo, probablemente si termino el contrato (sobre todo para evitar los 50 mil de penalización) después busque roomies, aunque no es mi top el pensar en vivir con desconocidos bueno, cuidar las finanzas es prioridad, de cualquier manera, ni siquiera sé si sigo teniendo trabajo y en el "peor" de los casos me regreso a Coacalco a vivir con Kimy, y el pensar en tenerla tan cerquita me llena el corazón de dicha.
Espero trascender en mis hijas con alguna buena tradición, pero no de manera impuesta, sino como me pasó a mi, que les nazca hacer sin mi lo que con gusto hacían conmigo pensándome con mucho amor.
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